Apple y su (enésima) transición.

En esta época estival parece que se van materializando certezas: estamos sufriendo rebrotes por el COVID incluso antes de tiempo (omnipresente desde marzo), no levanta el sector turismo en nuestro país, el teletrabajo ha llegado para quedarse, y lo peor de todo, Apple decide hacer cambios.

Cuando esta empresa decide hacer algo, “innovar”, es fácil recibir una de cal y otra de arena. Y es que Apple ha decidido volver a cambiar de arquitectura, pasando de CISC a RISC gracias al uso de sus propios procesadores. A los veteranos os sonará RISC por aquella época en la que se nos vendía las bondades del procesador PowerPC, creado por la alianza AIM (Apple, IBM, Motorola) en 1992, y que conoció las iteraciones, entre otras, de G3 G4 y G5, aunque existieron bastantes modelos previos.

Esto se ha confirmado el 22 de Junio, en la WWDC. Mucha gente está contenta, porque implica que iPhones, iPad y Macintosh compartirán corazón y tripas diversas. Esto implicará mayor control de Apple sobre su ecosistema al contar con sus propios procesadores, pero también nos han contado que serán independientes en el apartado gráfico, incorporando sus tarjetas gráficas y prescindiendo de AMD.

Era previsible o al menos esperable que la gama doméstica se pasara a ARM, y la profesional (Macbook Pro, iMac Pro, Mac Pro) siguiera en Intel, por compatibilidad con software y sistemas operativos de la competencia (Windows, que solo copa un 80% del mercado de escritorio), o como mucho usara las APUS de AMD, soluciones con tarjeta gráfica potente incorporadas en el procesador, una solución similar a la de Intel pero con mayor rendimiento (los Ryzen han sido una revolución, sin duda)

Pero no, la transición será completa, lo cual me alegra porque es el pasito que necesitaba para seguir con el binomio Windows/Linux en vez de volver a Mac. Pensemos en los tiempos PowerPC: imposibilidad de usar bootcamp (instalar Windows nativo), hay que esperar que las empresas porten videojuegos y software a la plataforma, total incompatibilidad con el resto de ordenadores, posibilidad de añadir las intrucciones propietarias que quieran a su procesador…

En definitiva, y no por ser pesado sino por pena, Tim Cook ha decidido prescindir de todo lo bueno que supuso el salto a Intel, y volver a encerrarse en su isla. Parece que pasar de vender cientos de miles de Mac a millones no fue suficiente…¿pretexto para matar la línea Macintosh dentro de unos pocos años en aras de catapultar la gama iPad Pro?

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